lunes, 12 de mayo de 2008

LOS BUENISTAS

(10mayo2008) Querida R.

Boadella trata, de fondo, en su nueva obra uno de los principales males de la sociedad y la política: la hipocresía. He elegido esta frase porque define con su ironía lo que muchos pensamos y sentimos como uno de los principales desastres de nuestro tiempo: “esa gente tan dispuesta a hacer lo que sea por todas las cosas que están lejanas pero que pueden ser auténticos canallas en su propio entorno”.

Y el desastre no está solo en los políticos, sino básicamente en los ciudadanos “buenistas” como los llama Boadella. Los “buenistas” esa gente “tan buena” tan políticamente correcta, neopuritanos que participan de cómo se tiene que arreglar el mundo, pero que marginan a quien no piensa como ellos. Regeneradores democráticos que exigen partidos con democracia, pero boicotean y vetan en su secta, como fascistas, a quien no acata la “regeneración democrática” como la ven ellos. Partidos superprogres que promueven leyes megaprogres pero que no se pueden financiar ,y forman gobiernos de cupo y revista que apoyan a quienes quieren que nos separemos. Partidos independentistas que reclaman los derechos de “un pueblo” pero que miran para otro lado cuando se trata de corregir una ley electoral que les confiere injustamente más “derechos” que a los otros competidores electorales. Partidos con supuestos liberales de escaparate, pero sin democracia interna, o partidos nuevos con democracia interna a vencimiento octubre del año que viene, como si la democracia fuera una especie de pagaré.

Quizás, querida R., el problema no está en los políticos y en los partidos, sino en un ser humano, que con demasiada frecuencia es egoísta, y va de ecológico pero no lo es porque no quiere renunciar a las comodidades de su vida. Que va de auténtico e independiente, pero no lo es realmente porque no quiere ser impopular en ningún sitio, y quiere caer bien a todo el mundo. Un ser humano que va de honrado, pero en realidad depende del precio. Que dice que le interesa el mundo, pero como mucho, pagando una cuota al mes. Un ser humano moderno que dice defender la democracia, pero que en realidad “depende” de donde esté: según donde esté; defender la democracia es aceptar, entre muchas otras cosas, que en la política todo es mucho más efímero que en la vida, especialmente los cargos, o los no-cargos, y eso a muchos “demócratas” por, seguro que nobles razones, ni se les pasa por la cabeza.

Para los liberales, la democracia, como la libertad es mucho más que un ideal; es una actitud ante la vida, dentro de nosotros, con los nuestros, con nuestros vecinos, amigos, en las organizaciones en las que participamos, en la sociedad, en nuestro partido, en nuestro país. Para nosotros, pretender “aplazar” la democracia y la libertad es como pretender aplazar la vida misma: un sinsentido. Pretender que, para consolidar es preciso aplazar la democracia, es como pretender que para consolidar es preciso aplazar la libertad. Nosotros pensamos todo lo contrario.

No es demócrata ni liberal el que desprecia y margina al que no está de acuerdo. El demócrata y el liberal está encantado con el desacuerdo, es un sano síntoma: La ausencia de desacuerdo es uniformidad, y la uniformidad es muy sospechosa de no ser libre.

Gracias maestro Boadella.

Atentamente,

Servus Publicus (Memento Mori)